«La centésima moneda» de Federico Bianchini (Síntesis y análisis)

Federico Bianchini escribió La centésima moneda, una reseña del taller de periodismo narrativo que el escritor y periodista mexicano  Juan Villoro dictó en Buenos Aires en Agosto del 2011. Uno de los conceptos principales sobre el cual se concentró fue la cuestión del hilo conductor que el periodista tiene que hallar en los hechos, afirma: “La realidad del periodismo no está en la realidad, siempre está nuestro punto de vista desde el cual contamos. [..] Nuestra percepción del mundo nos hace buscar el cierre del sentido. Mucha veces hay que crear cierres simbólicos para dar una sensación de redondez.” Es nuestro punto de vista que tiene que construir un sentido conductor alrededor del cual los hechos que contamos toman sentido. Esto presupone la capacidad de relacionar tales hechos con su contexto, y los varios elementos, aún y más si aparentemente no hay relaciones. Virtud del periodista es esta actividad hermenéutica y creativa de alguna forma, juntar los fragmentos de la realidad encontrándole un sentido. Tenemos una historia cuando somos capaces de narrar estas relaciones, sino tenemos un elenco de hechos cercanos en tiempo y lugar. Un problema a veces puede ser eligir las informaciones a contar si tenemos tantas. Si el periodista está conciente que está contando desde su punto de vista y lo hace sin miedo, puede eligir la jerarquía de los detalles a contar y cuales eliminar. Una vez que haya decidido cual es el sentido, cual es la historia que quiere contar, tiene que ser coherente y construir la escena alrededor de ese hilo conductor.

El periodista no puede esperar encontrar el sentido en la realidad misma, esta es caótica, no se va a presentar casi nunca con su sentido cumplido. Si el periodista es una persona que maneja muchas informaciones de distintos ámbitos: históricos, psicológicos, estadísticos, económicos, esto lo ayudará a enlazar las cosas de una forma que la rinde interesante para leer, a darle un corte inédito, personal.

Leer textos y encontrar posibilidades es un adestramiento, el oficio del periodista se aprende solo con la practica, el ejercicio. Adentro de la practica está el desarrollo de la capacidad autocrítica, y de autocorrección. Para Villoro los talleres demasiados largos arriesgan de frenar el desarrollo de esta capacidad, porque uno termina con una especie de “dependencia” de la corrección colectiva.

Tener un conocimiento ecléctico puede ayudar el periodista no solo para la búsqueda del sentido sino también para construir un estilo que atrape el lector. Como inspirarse a las novelas para que el lector se sienta adentro de los hechos, así también desde el teatro antiguo y moderno podemos recaudar elementos útiles para mejorar la narración.

Otro elemento fundamental son los detalles: el periodista debe observar y contar la realidad, si se inventa puede resultar aburrida, no creíble o estereotipada. Los detalles de la realidad son “los amigos” del periodista, los que este puede usar para adornar su reconstrucción de sentido, los medios para recrear en el lector las emociones que él quiere contarle. Mejor provocar una emoción que contarla. “La tristeza no se lee, se siente” dice Villaro.

Es importante también ser sinceros, hay como un pacto de confianza con el lector que el periodista tiene que respetar pena la perdida de su credibilidad. Si el periodista es un experto del ámbito donde se coloca el hecho que está contando, tendrá un punto de vista distinto de uno que lo desconoce. Para el lector es importante saber si está leyendo un comentario de un experto o de alguien que se relaciona por primera vez con un determinado mundo.

De hecho no hay una receta, una fórmula para escribir de manera interesante. Por ejemplo, las repeticiones en general son aburridas, hacen aparecer un texto chato, descuidado. Es verdad también que la búsqueda desesperada de sinónimos construyen un texto definido por Villoro como una “mezcolanza kitsch”. Las repeticiones como las formas del habla pueden transformarse en un recurso, si son buscadas y bien confeccionadas.

La relatoría analizada se puede leer aquí

Por Rossella Petrolati

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