Habrá una vez

Por Laura Seara

Habrá alguna vez. ¿Habrá?

Nos enseñan de chiquitas a no responder, a bajar la cabeza, a tapar nuestro cuerpo, a ajustarnos al cánon: mucha teta, poca cintura, pies pequeños, caderas moderadas, piel de porcelana, pelo sin frizz, estatura y medidas estándar. Ni muy alta, porque es grotesco, ni muy petisa, porque pasás desapercibida. Ni muy gorda, porque ofende, ni muy flaca, porque no hay carne de donde agarrarse.

Nos visten de rosado de bebés, de blanco a los 15, otra vez en el casamiento. El símbolo de la pureza, de la ternura, de la fragilidad. Impolutas, pero no del todo, porque te convertís en frígida. Está bien divertirse, pero no mucho, porque te convertís en una cualquiera. Dama en la calle, señora en la casa, puta en la cama. No subviertas el orden.

“¿Te vas a quejar también de los colores? No resoples por todo. Si hasta te molesta cómo se sienta un hombre al lado tuyo en el ómnibus. No te pases. Una cosa es protestar porque las matan, otra cosa es que ni siquiera se les pueda decir algo lindo en la calle. Un piropo no le hace mal a nadie. Qué lindos ojos tenés, contigo me caso, te hago cuatro hijos, te chupo toda. No me digas que no son enfermos los que cagan a palos, los que violan, los que matan. ¿Me vas a decir que son iguales a mí? ¿Hijos sanos de qué? Yo nunca le pegué a nadie. No seas feminazi. Lo que pasa es que ahora todo esto está de moda, y se están yendo al carajo. Todo es violencia de género. Pero a nosotros también nos roban, y nos matan. Y seguro alguna mujer le pega al marido. Estas lo único que quieren es cortar pitos. Dejense de romper los huevos. Hay que poner penas más duras a los hijos de puta y listo. A mí dejenme en paz.”

No. Queremos hacer ruido, que nos vean, que nos escuchen, que moleste. Con un paro, con marchas, con responderte la estupidez que me decís en la calle, con reclamarte que no me pagues menos que a mi compañero, con vestirme como se me cante, con hacerte saber que tu espacio no es más importante que el mío.

No me cuides, que me cuido sola. No me rescates, que no lo preciso. No me vengas con cuentos de “había una vez”, que no soy una princesa.

Queremos desarmar el presente para contar la historia en futuro.

¿Habrá alguna vez? Sí. Habrá.

sororidad_ximena seara

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